sábado, 27 de noviembre de 2010

De nuevo...

Notas la forma en que esa sensación envuelve de nuevo cada célula de tu ser. Sientes ese frío intenso que hace que te encojas de puro miedo. Otra vez sin rumbo fijo, sin tener a quien acudir...solo ante el peligro...completamente solo ante el peligro...
Todos nos sentimos solos en algún momento de nuestra insignificante existencia. Pero hay veces...hay veces en que la soledad se hace tan intensa que sientes como te destroza por dentro. Esa agonía intensa, esa desagradable sensación de verse abandonado ante un mundo cruel, acelerado, impersonal...
Siempre he adorado la soledad. Perderme durante horas en mis estúpidos e infantiles pensamientos, sin nada más de que preocuparme. Pero llega un momento en que esa sensación parece no haber sido elegida por ti mismo. Es en ese momento, el momento en que perdemos el control de la situación, cuando realmente nos sentimos aterrados, perdidos, insignificantes. Nos aferramos a lo primero que nuestra trémula mano pueda encontrar. Pero a veces...a veces lo único que ves es más vacío.

Sólo busco un brazo que me salve de la caída. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario