Una mañana más, un día menos. Café excesivamente amargo, una ducha fría,...todo lo necesario para tratar de disimular los efectos de otra mala noche.
Salir a la calle. Rumbo al eterno día a día, dispuesto a afrontar de nuevo una caótica, aunque predecible, rutina.
Un autobús cargado de sudor y mala leche.
Rostros largos, caras pálidas.
Tráfico, bocinas, peatones estresados.
Sin embargo...Un recuerdo consigue nublarme la mente. Vaya, lo creía olvidado. Un impulsivo viaje, una ciudad nueva, calles inquietantes, rostros desconocidos,...Recuerdo cómo la adrenalina recorría cada vena de mi cuerpo. Recuerdo el nerviosismo, el miedo a lo desconocido,...Recuerdo haberme sentido vivo, audaz, radiante, inquieto, emocionado, excitado, acojonantemente vivo. Recuerdo haberme sentido...feliz.
Mierda, era de esperar: la nevada ha conseguido traerte de vuelta a mi mente. En fin, no sé qué decir,...Con este frío no puedo dejarte en la calle, y siempre me he considerado un buen anfitrión...Te prepararé un rinconcito aquí mismo. No es gran cosa, pero es lo único que puedo ofrecerte. ¡Qué decir! No contaba con tu visita a estas alturas. Quédate el tiempo que necesites. Sólo te pido un pequeño favor: deja todo tal y como lo ves, pues no ha sido fácil encontrarme de nuevo entre todo este caos.